Imagen tomada de Veo Verde.
Cada vez que vamos a cortar el árbol de navidad se repiten una serie de rituales: contamos los pinos que vienen en el sentido opuesto en la carretera, comemos conejo al pastor, etcétera. Pero probablemente el más divertido es el de los cerditos vivos.
Durante años, el Bosque de los Árboles de Navidad ha
regalado a plantitas de cedro a los clientes, para que las siembren en sus
casas. Cada año, mi hermano finge haber leído mal:
—¡Nos van a dar un cerdito
vivo!
—¿Cómo que un cerdito vivo? ¿Qué vamos a hacer con él?
La algarabía estalla, las carcajadas llenan el auto: cada
año Mamá cae en la misma broma, para regocijo general.
No, en este caso, no puedo decir #MiMamáEsMiTRoll…
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