martes, 4 de febrero de 2014

Higos

Comida formal en el trabajo, con los altos mandos y vacas sagradas diversas y algunos becerros beatificados (sin olvidar a algunos bueyes sin más gloria, pero sí de mucha pena). Mi madre, entre los bóvidos sacralizados, al otro lado de la mesa. Llega el postre y ella grita (jura que lo dijo en voz baja... para que la escuchara yo a la distancia):

—¡Mira, Miguel! ¡Higos! Llévaselos a tu hijo, que le encantan. Te regalo el mío…

Apenas pude recuperar mi color normal en público, que es algo menos rojo de lo que me puse, escuché una cáustica risilla a mi izquierda.

—También te puedes llevar el mío —dijo mi jefe—. A mí no me gustan los higos.


Sin duda, #MiMamáEsMiTRoll…

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